sábado, 23 de febrero de 2008

Los Días del Arcoiris

Nunca pensó Nicola di Bari que el título de una de sus canciones más recordadas, inspiraría estas líneas, con un contenido tan distinto a los románticos versos que hablaban de una chica que se daba una vida importante, porque a los quince años tuvo un amante. Coincidentemente, nuestro país está viviendo, precisamente, los días del arcoiris, de colores tan brillantes al principio, pero que lentamente parecen desteñirse en los vicios que ofrece el poder y el resentimiento propio de su andamiaje como coalición gobernante.
Después de ese largo invierno que resultó ser la dictadura militar, volvía el sereno más radiante que nunca, alegre y lleno de esperanzas para forjar el futuro, disipando los nubarrones que no dejaron alumbrar el sol de la democracia. Así, iniciamos la aventura de reinventarnos políticamente, en una mal llamada transición a la democracia, otro ejemplo de nuestra maldita costumbre de utilizar los típicos eufemismos para no decir las cosas por su nombre. Y le ha costado caro al arcoiris usar tal denominación, pues lo que hemos vivido es un proceso de redemocratización de las instituciones políticas. Eso de la transición, dejémoslo para países que nunca han tenido una tradición democrática interrumpida por un golpe de Estado, como ocurrió en nuestro país. Ese fue el primer destiñe, quizás no tan notorio.
El segundo destiñe fue la desvirtuación del slogan que la entonces “Concertación por el No” ocupó para enfrentar el plebiscito de 1988. Claro, porque eso de “la alegría ya viene”, aparte de ser pegajoso, nunca quedó del todo bien comprendido. Nadie sabe con exactitud qué se quiso decir con tal slogan: si la alegría vendría con sacar al viejo dictador del poder o la instauración de un régimen democrático capaz de recuperar el respeto por nuestra institucionalidad, donde, como muchos creyeron, se alcanzarían la verdad y justicia que se habían anhelado. Es por eso, que hoy en día, todavía se escucha decir, frente a los momentos que vive el país, a gente que comenta muy particularmente ¿y esta es la alegría que viene? o ahí tienen la alegría, frases llenas de sarcasmo, desencanto o regocijo ante los fracasos de los gobiernos concertacionistas.
Como dice la canción, vivimos la vida de chica importante, porque a los pocos años tuvimos amantes. Amantes del reconocimiento internacional, sin importar que aún estuviésemos como las pelotas. Amantes de nuestro crecimiento económico, luciéndolo con orgullo frente a los demás países del continente, como un logro de las maravillas de un régimen democrático transparente, que alcanzaba seguridad en sí mismo. Amantes de la solidaridad internacional respecto al tema de los derechos humanos, mientras dentro de nuestras fronteras, no se compartía esta solidaridad, expresada en la inoperancia de la justicia y la nula cooperación de los involucrados, haciendo más profundo el dolor de los sobrevivientes y familiares de detenidos desaparecidos. Amantes del exitismo que nos tiene sumidos en una podredumbre moral y en una paranoia esquizofrénica nacional… En fin, amantes de una imagen tan frágil como el témpano de hielo llevado a Sevilla el año 1992, símbolo del Chile de los ’90, amigo de los elogios y el triunfalismo superficial que escondía nuestras debilidades. Con esto, el arcoiris ya queda bastante descolorido.
Después de un comienzo armónico, “tendido en la hierba como una que sueña”, vimos como las fisuras y diferencias del arcoiris se hicieron notorias. Peleas, desacuerdos, acusaciones políticas, atornillamientos al revés y luchas por la supremacía dentro del conglomerado, fueron marcando un camino lleno de incertidumbre. Quizás los años en que el poder ha estado en sus manos estén haciendo su efecto ¿Desgaste? Puede ser también que cada partido, al tratar de buscar su camino propio, haya preferido permanecer y sostener a esta coalición y que las metas no cumplidas se convirtieron en puntos de conflicto. Está de más decir que el arcoiris estuvo desconcertado, que discursos bien elaborados no iban a solucionar la crisis. El andamiaje se resistía cada vez más y las piezas parecían desarmarse.
Lo peor fueron las acusaciones de corrupción, hechas por quienes en su momento ocultaron acciones corruptas (si no lo entienden, me refiero a la derecha chilena), fueron el golpe más bajo a la credibilidad del arcoiris desconcertado. Ante el ciudadano común, la aparición de ex personeros de Gobierno denunciando sobresueldos, casos de coimas llevados a la justicia, con desafueros incluidos, intereses creados para votar en contar de proyectos de ley que buscaban el desarrollo del país (como la ley de Pesca…), críticas al financiamiento de la Reforma a la Salud y la utilización de fondos del Estado en “fiestecitas” de los ministerios, mostraron la irresponsabilidad de los políticos que forman parte de la alianza gobernante. Y fue el mismo ciudadano común quien le entregó su voto de castigo y escuchó gustoso como la Alianza por Chile vociferó, con pelos y señales, las equivocaciones del Arcoiris, convirtiéndose en regalos, dentro de su aspiración de ser gobierno.
Quedaba la sensación, para un análisis más profundo, que el tiempo de la Concertación estaba llegando a su fin, o quedaría tan debilitada que no alcanzaría un cuarto período, sin un líder que lograra cohesionar a los sectores que la conforman. Casi se pagó el costo de un accionar partidista que se expresó en acusaciones y equivocaciones. Pero, el Arcoiris aprovechó el tiempo para replantearse en sus fundamentos, en enmendar el camino errático que estaba recorriendo y ha conseguido un cuarto período y nada menos que con la primera mujer presidenta de nuestro país. Sin embargo, las cosas no han ido bien... la rebelión de los pingüinos, el Transantiago y las recientes subvenciones fraudulentas del Ministerio de Educación probablemente sean el último puñado de tierra sobre la sepultura de una alianza que nació para recuperar la democracia y que, en la actualidad, se ha aprovechado de ella al máximo. Mejor, quedémonos con aquel 5 de octubre de 1988, que nos hace referencia a la canción de Nicola di Bari, recordando lo que significó para gran parte del país el comienzo de la aventura concertacionista: “Eran los días, de un lindo arcoiris, se iba el invierno, volvía el sereno…”.

martes, 19 de febrero de 2008

¡La Antorcha! ¡La Antorcha!

Febrero llega… y con él, el magno evento del verano, concitador de la atención del mundo del espectáculo, que, según sus organizadores, es conocido en el mundo, baluarte de la época de los grandes festivales como Benidorm, San Remo o de la OTI, lleno de calidad artística y por sobretodo, la gran entretención del verano, antes de entrar a la realidad del año que comienza oficialmente en marzo. Sí, chusma inconsciente, porque cuando Viña tiene Festival, el país parece paralizarse en esa semana, pendiente de todo lo que pasa a su alrededor. No vamos a comparar las nuevas ediciones con las de antaño... aparte de ser obvio, sería repetir lo mismo que hacen los canales de televisión desempolvando archivos. Transformado en una de nuestras tradiciones nacionales, el Festival Internacional de la Canción (nótese… de la canción) de Viña del Mar va en franca decadencia, no porque un canal deje de transmitirlo, sino que su calidad ha ido decreciendo tanto, que terminará siendo una Kermesse Internacional de la Canción…
Es deplorable ver que un certamen que debiera privilegiar la calidad de la competencia, cae en el descrédito por dar importancia a personajillos y situaciones que le quitan categoría, siendo el festín de programas baratos que sólo buscan destacar los cahuines, dimes y diretes de las pseudo estrellas anexas al Festival, llámense estas modelos, bailarines, noteros, candidatos a rey o reina y otras sanguijuelas que son el alimento de los calificados reporteros de espectáculos, a quienes se les alborotan las hormonas al ver tanta silicona con patas, dejando mal parados a los apóstoles de la prensa; y de los opinólogos, quedando en duda si se estudia para eso o bajo ese rótulo se esconden periodistas de cuarta categoría y personajes insulsos que no aportan nada con sus comentarios... Es cierto que el Festival debe tener sabor y también glamour, pero muchos de los que vienen, en vez de darle eso, le otorgan una paupérrima imagen, siendo el motivo por el cual mucha gente ya ha dejado de verlo, aduciendo que se ha convertido en una porquería. Lejanos están los tiempos en que las familias esperaban el comienzo de la fiesta viñamarina. En el olvido quedaron algunas tradiciones festivaleras que los organizadores simplemente dejaron de lado, quitándole la alegría al evento, en su intento de transformarlo en otro programa de televisión, siendo el ejemplo más patente la concha que estaba sobre el escenario, la cual fue enviada a la conch… ¡perdón!... lejos, relegada al baúl de los recuerdos. Ni siquiera el público, el tan temido monstruo de otras épocas, que decidía el éxito o fracaso de un artista sobre el escenario de la Quinta Vergara, es protagonista. Ha sido neutralizado, adormecido, domesticado y lo que es peor, idiotizado, siendo el fiel reflejo de la falta de crítica del público chileno frente a lo que imponen los medios de comunicación, cayendo en una mediocridad que le impide exigir un espectáculo de mayor realce, entregando antorchas a destajo. Sinceramente, da pena ver como a cantantes que ni siquiera debieran estar sobre el escenario, les dan una antorcha, no se sabe bien si es por lástima o para dejar satisfechos a los sellos que los promocionan. Menos cuando les entregan la Gaviota, símbolo del Festival y que, siendo exclusiva para el ganador, pasa a ser un cachureo que cualquiera puede llevarse.
¿Y qué decir de las competencias? Bueno… no sabemos quienes son los que seleccionan las canciones, quedando en evidencia su poco conocimiento musical, pues, todos los temas de este último tiempo han pasado tristemente sin pena ni gloria y lo peor, es que en el propio Festival, el jurado está conformado por entendidos a los cuales hay que aplaudir su decisión al elegir al ganador. En cuanto a la parte folklórica, está de más decir que es el pariente pobre, siempre criticado y vilipendiado ¿Por qué, señores folkloristas, no se van a potenciar el festival de Olmué y no seguir en su intento de darle chilenidad a un evento que ya no es chileno? Así se evitarían hundirse más en el elefante blanco viñamarino.
Con respecto al contacto de los artistas para las noches de jolgorio junto al mar, queda en claro que a los productores, agentes y representantes artísticos chilenos no los conoce nadie, siendo una bofetada a la nefasta propaganda esa de Viña Sale al Mundo… ahora bien, no se sabe si es Viña Concha y Toro, Viña San Pedro, o Viña Santa Clota con su cosecha Tres Tiritones, pero cualquiera de esas tres es más reconocida que nuestro alicaído certamen. ¿No les dará vergüenza a los organizadores que los artistas no quieran venir por no saber hacer contactos? ¿Y qué pasará el día en que no haya figuras de peso? Fácil, en vez de parchar con números de última hora, muestren imágenes de Cantaron en Viña un Día durante todas las noches, desde el Hotel O’Higgins, con Gaviotas de Plata en la mesa de los conductores, para entregarla a través de llamados telefónicos, a la mejor canción. Lástima que tengan que repetirse cantantes y grupos que ya han venido en otras ediciones, a cantar lo mismo de siempre y otros, bajo el majadero trato de "leyendas" vengan a dar chispazos de sus decadentes carreras musicales.
Fuera de las peleas, polémicas, y demases, el destino del Festival es incierto. Tan incierto, que cada año de licitación es una verdadera ruleta rusa, por lo cual, el concurso debieran realizarlo en el Casino y no en la Municipalidad, donde, a la hora de organizar el certamen, tiene menos peso que un paquete de cabritas. Ahora, se han juntado dos canales de televisión para transmitirlo. Como sea, ya los festivales de Olmué y La Serena están superando en calidad de competencia y show a su par de la Quinta Región, ahondando una decadencia que ya venía avisándose desde el momento en que quisieron mexicanizarlo hasta hoy… ¿Golpe de gracia? Esperemos que no. Ya el próximo año, nuestro evento cumplirá medio siglo, tristemente, sin saber qué ofrecer para tan lucido acontecimiento.
Para bien o para mal… no podemos vivir sin Viña.

viernes, 15 de febrero de 2008

Bienvenidos, Cibernautas Todos

He pasado un buen rato frente al PC sin saber qué escribir... hacer funcionar el cerebro para no recurrir a las típicas frases clichés puede ser una tarea algo difícil, porque además de inútiles, quitan tiempo y espacio en cualquier introducción que se redacte. Además, escribirlas, sería recurrir a los típicos trucos literarios que llegan a convertirse en frases de mal gusto que terminarán por aburrirles y hacer desagradable esta presentación. Aclarado este punto, les contaré de qué se trata todo ésto.
Les presento, sin mucha fanfarria ni redoble de tambores, este blog, que he titulado La Incorrecta Provincia... Claro que quería incluir un subtítulo sugerente, pero, prefiero que quede así, pues, en principio, pensaba crearlo para exponer reflexiones sobre temas y problemáticas chilenas, pero como Internet sale al mundo, es mejor darle un tono más globalizante y amplio, aunque ya se me ocurrió uno que plasme este anhelo: La Incorrecta Provincia: Reparos, Crónicas y Reflexiones del Reino de Chile y Otras Latitudes. Le he llamado Incorrecta porque en estos momentos, ser políticamente correcto es la tónica de los nuevos tiempos, para promover la tolerancia y quedar bien con todos los pseudo-progresistas, vanguardistas y otros especímenes que nuestra civilización occidental ha consagrado como lumbreras de nuestra actualidad. Como a mí no me interesa ser políticamente correcto, será bueno compartir reflexiones que si bien son muy personales, más de alguno se sentirá identificado con ellas. Pero, por lo que a eso respecta, no hay nada más necesario que el disenso y no siempre seguirle la corriente a las tendencias de toda índole que de repente se dejan aparecer.
Si a ustedes, queridos cibernautas, les gustan estas opiniones, aunque no estén de acuerdo con ellas, eso significa que estamos de acuerdo en lo principal: recuperar la capacidad de pensar en una sociedad de masas donde unos pocos dirigen y el resto es idiotizado. Si no les gustan... bueno, ahí tienen la posibilidad de comentar, enviar mails o simplemente, no escribir nada... ya alguien dijo por ahí... en cosa de gustos, no hay nada escrito.
Bueno, bienvenidos y que disfrutren de este viaje por La Incorrecta Provincia.